
El 2020, un año que será recordado por mucho tiempo debido a las consecuencias de una pandemia que no estaba en los planes de nadie en pleno siglo XXI. Una recesión mundial, una caída en la demanda de combustibles, un cierre de fronteras, quiebra de compañías, aumento del desempleo y miles de muertes, como consecuencia del COVID19.
No obstante, el 2020 permitió que aquellos temas incluidos en los planes estratégicos de las organizaciones y de los gobiernos a corto y mediano plazo, aceleraran su desarrollo y hoy ya se encuentren a disposición. Transformación digital, trabajo desde casa, comercio electrónico, por numerar algunas, han llegado para quedarse y formar parte de lo que se ha denominado la nueva normalidad. Esto no es otra cosa que la identificación y puesta en ejecución de aquellas habilidades que requiere la industria de hoy de la mano con los desarrollos tecnológicos.
Mirando hacia adelante, e iniciando con este 2021, el panorama es muy diferente, si bien se tiene preocupación por la variación del virus, que generó una segunda ola de contagios y muertes, con el conocimiento adquirido y las vacunas ya desarrolladas y en proceso de aplicación, la situación es bien diferente. Las economías vienen recuperándose desde el último trimestre de 2020, se siguen generando nuevos empleos, la movilidad (de cualquier tipo) se ha adaptado a las nuevas condiciones y el precio del petróleo va en alza bordeando los 60 U$/bbl.
No obstante, este buen comportamiento del precio en lo que va corrido del año, hay que ser mesurado. El invierno fuerte en los Estados Unidos (que ha ocasionado mayor consumo de energía), la caída en sus reservas, la alta demanda de combustibles en China y el acuerdo sostenido de los países de la OPEP y OPEP+ (para mantener los recortes en producción), explican el porque de este precio. La banca internacional referente ha proyectado un precio del petróleo alrededor de los 47 U$/bbl, mientras que otros como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y algunas compañías del sector minero energético, lo han hecho en 46 U$/bbl.
Se podría decir entonces, que valores entre los 45 y 50 U$/bbl es una buena proyección para nuestra economía, hecho que permitiría que los proyectos suspendidos se desarrollen, con lo cual el nivel de producción estaría entre los 750,000 y los 800,000 barriles por día promedio año. Este hecho jalonaría las exportaciones que como ya se mencionó, en la última década este sector ha representado el 70%.
Quizás la nueva normalidad no nos lleve a los 100-120 U$/bbl del pasado, pero si a unos niveles alrededor de los 70 U$/bbl con los cuales la economía mundial seguirá funcionando con su objetivo de reducción de la huella de carbón, migrando hacia energías renovables y alternativas, pero sin desconocer el aporte de los combustibles fósiles en la matriz minero energética.
En lo que respecta a nuestro país, el Plan Energético Nacional 2020-2050 refleja el compromiso del Gobierno Nacional con la transformación energética basado en cuatro pilares: (i) Seguridad y confiabilidad en el abastecimiento, (ii) Mitigación y adaptación al cambio climático, (iii) Competitividad y desarrollo económico y (iv) Conocimiento e innovación. Se requiere de un gran esfuerzo financiero para lograr esta transformación, resaltando que el aporte de los combustibles fósiles será de un 40% al final de este periodo.
Finalmente, la nueva normalidad no es más que la adaptación a un modelo de vivir, de estudiar, de trabajar, de hacer negocios, de hacer empresa, y de construir país, en donde el sector minero energético seguirá con su rol protagónico.